divendres, 24 d’abril del 2009

LOBO ESTEPARIO

"Estuve un rato olfateando, aspirando por la nariz esta música chillona y sangrienta;
venteé, con envidia y perversidad, la atmósfera de estas salas. Una mitad de esta
música, la lírica, era pegajosa, superazucarada y goteaba sentimentalismo; la otra mitad
era salvaje, caprichosa y enérgica, y, sin embargo, ambas mitades marchaban juntas
ingenua y pacíficamente y formaban un todo. Era música decadentista. En la Roma de
los últimos emperadores tuvo que haber música parecida. Naturalmente que comparada
con Bach y con Mozart y con música verdadera, era una porquería..., pero esto mismo
era todo nuestro arte, todo nuestro pensamiento, toda nuestra aparente cultura, si la
comparamos con cultura auténtica. Y esta música tenía la ventaja de una gran
sinceridad, de un negrismo innegable evidente y de un humorismo alegre e infantil.
Tenía algo de los negros y algo del americano, que a nosotros los europeos, dentro de
toda su pujanza, se nos antoja tan infantilmente nuevo y tan aniñado. ¿Llegaría también
Europa a ser así? ¿Estaba ya en camino de ello? ¿Erramos nosotros, los viejos
conocedores del mundo antiguo, de la antigua música verdadera, de la antigua poesía
legítima, éramos nosotros únicamente una exigua y necia minoría de complicados
neuróticos, que mañana seríamos olvidados y puestos en ridículo? Lo que nosotros
llamábamos «cultura», espíritu, alma, lo que teníamos por bello y por sagrado, ¿era todo
un fantasma no más, muerto hace tiempo y tenido por auténtico y vivo todavía
solamente por un par de locos como nosotros? ¿Acaso no habría sido auténtico nunca, ni
habría estado vivo jamás? ¿Habría podido ser siempre una quimera y sólo una quimera
eso por lo que tanto nos afanamos nosotros los locos?"

Hemann Hesse